viernes, 14 de agosto de 2009

Una isla de cultura en un mar agitado.







¿Será eso lo que pensó el ejecutivo local cuando plantó una rotonda en medio de la supuesta ermita de San Roque? Esta ermita es un invento de la asociación “amigos de Badajoz”, nombre al que en este blog hemos añadido una coma porque en realidad se trata de unos “amigos, de Badajoz”, es decir un grupo de amiguetes (de aquí) que se reúnen para tomar cervezas. Esta ilustre cofradía ciudadana anunció en su día a bombo y platillo que estas ruinas pertenecían a la ermita de San Roque, añeja construcción del siglo XVIII, y que como tal había que conservarla, rehabilitarla y tratarla con cariño. Estudios posteriores de arqueólogos negaron que fuera la citada ermita que solo se conocía por alguna fuente escrita que se había enocntrado, afirmaban que era una construcción particular pero reconocían que su antigüedad se remontaba al siglo XVIII.
El caso es que cuando el Ayuntamiento se planteó el dilema de seguir con la urbanización de la zona, (en la que seguramente personas próximas a algún concejal tenían intereses importantes), o respetar el patrimonio histórico, llegaron a la conclusión de dejar la dichosa ermita en medio de una rotonda, por alguna de las siguientes razones:
A) Por creerse más listos que el sabio Salomón y pensar que así contentaban a todos. Posibilidad que parece lejana pues cuesta concebir gente tan estúpida aún siendo miembros de una Corporación Local.
B) Por ser más chulos que un torero, diciendo: no querríais ermita… pues ahí la tenéis. Lo que parece más lógico conociendo el percal.

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