La derecha ha gobernado en Badajoz previo el exterminio de la izquierda en dos ocasiones. La primera se inició en el año 1936 en la antigua Plaza de Toros, hoy demolida, (en cuyo solar se ha construido el Palacio de Congresos), así como en las tapias del Cementerio Viejo y duró más de cuarenta años. Todo el mundo sabe ya a estas alturas de qué manera. La segunda fue a mediados de los años noventa del siglo pasado y contó con la inestimable colaboración del propio partido socialista. Sumido en una cierta división por las diferencias entre Rodríguez Ibarra y Manuel Rojas, el fracaso de la Hering, (una fábrica brasileña que se iba a instalar en Badajoz y que se marchó con las subvenciones que había conseguido de la Junta de Extremadura por mediación de Rojas) y, sobre todo, el escándalo del concejal Matías Ramos, (que había estado llevándose los dineros de la caja municipal y que terminó en la cárcel condenado por estos hechos), el partido acabó sumido en una crisis sin parangón. Los socialistas abandonaron la ciudad y la dejaron en manos del P.P. por un plazo indefinido aún no concluido que dura ya quince años. De la primera se han escrito ríos de tinta, ¿cuáles son las causas de la segunda?.
Concluida la transición, el triunfo de Felipe González llevó al poder a una turba inmensa de militantes socialistas que tuvieron a su disposición todos los estamentos del poder y que pudieron ocupar un enorme número de cargos en distintas administraciones del Estado, tanto central, autonómico como local. Al contrario que los comunistas, el PSOE, sin la disciplina de estos y sin un apoyo internacional como el que el estalinismo brindó “al partido”, apenas tuvo influencia alguna en el final del franquismo. Lentamente empezaba a reconstruirse cuando se topó con el poder y la posibilidad que hemos mencionado de ocupar un número elevado de cargos bien remunerados. Esto atrajo a nuevos militantes de forma masiva. Personas sin ningún tipo de interés político pasaron a afiliarse y a ocupar de inmediato cargos que les daban un estatus superior al que podían tener en su vida privada y que además les abría las puertas para hacer negocios a expensas de la enorme influencia con que contaba el partido. Sólo algunos militantes bienintencionados, fundamentalmente socialistas del sindicato UGT, quedaron al margen de ese proceso, viendo como sus compañeros se alzaban con el país mientras ellos tenían aún que arroparlos y darles una base popular que no se merecían. Se crearon las bases para una corrupción política inmensa, de carácter generalizado.
Los gobiernos municipales socialistas tuvieron aquí dos caras. Una cara buena estuvo constituida por una voluntad inmensa de Manuel Rojas de hacer de Badajoz la mejor ciudad posible, poniendo para ello en circulación enormes cantidades de dinero que dieron sus frutos en numerosas infraestructuras, una cierta modernización de la ciudad y la asunción de numerosas esperanzas que dinamizaron la vida ciudadana durante los años ochenta. La cara mala estuvo constituida por un voluntarismo torpe que llevaba a propuestas como la de hacer un planetario en el fuerte de San Cristóbal y conectarlo con la Alcazaba mediante un teleférico que llevara a miles de turistas del Fuerte a la Alcazaba y de la Alcazaba al Fuerte. La cara mala fue un elevado déficit fiscal que desde Mérida se denunciaba un día sí y otro también, (que creó esa estúpida leyenda de una Mérida dispuesta a acabar con Badajoz), y que fue el final del periodo Rojas y la antesala de la caída socialista en Badajoz. La cara mala, finalmente, era que a la sombra de esas políticas, había un grupo de personas que tenían más de banda de salteadores que de políticos decentes.
En la ciudad, la acción opositora de Miguel Celdrán y Nicasio Monterde disponía de una prensa local en manos eclesiásticas que se hacía eco de cuanto sucedía en la destartalada casa socialista y amplificaba las críticas populares. Por otra parte, el electorado de la ciudad no se ha caracterizado por su iniciativa, sino por seguir los pasos de las modas políticas nacionales. De manera que fue de UCD en los primeros años de la transición, pasó al PSOE a partir de los primeros triunfos de González y fue del P.P. al tiempo que Aznar alcanzaba el gobierno en Madrid.
Ante el miedo a un nuevo Manuel Rojas, un político de fuerte personalidad y antes comprometido con su ciudad que con su partido, el PSOE fue disponiendo una serie de candidatos de perfil bajo que una tras otra fueron perdiendo todas las elecciones locales. Gran número de votantes de izquierda se quedaron en casa al tiempo que la derecha se iba haciendo con una ciudad que no había sido suya desde la muerte de Franco. El auge de los Carnavales fue sustituido por el de la Semana Santa, Doña Cuaresma se impuso a Don Carnal y las alegrías de Manuel Rojas dieron paso a una tristeza profunda que sumió la ciudad en una niebla extraña de la que no es capaz de salir.
Nada más se puede decir de los socialistas pacenses. Si la coalición de Izquierda Unida se ha destacado por una acción claramente populista y demagógica, haciendo altavoz de sus opiniones por el recurso al escándalo, los socialistas apenas han abierto la boca desde aquel día de 1995 y cuando lo han hecho tímidamente se la han cerrado sacándoles a relucir los múltiples escándalos habidos y, en especial, el caso Matías Ramos. Además, la oposición realizada no puede ser más pobre. Si uno ve la página en la red del PSOE de Badajoz puede llegar a pensar que ésta es una ciudad modélica. Los asuntos que toman para su labor opositora no dejan de ser meros matices criticables que no sacan a la luz los múltiples problemas que vive la ciudad. Esto deja la impresión de que si ellos gobernaran harían lo mismo que están haciendo los populares y eso es lo que hace que la gente de izquierda se quede en casa y no vaya a votar. Claro que, por otro lado, hacer oposición cuesta mucho trabajo y da pocas satisfacciones. Quién va a perder el tiempo analizando los documentos municipales. Quién va a perder su tiempo en una acción política sin la contrapartida de tener poder e influencias. Además, los militantes en los partidos están sujetos a la disciplina y no les es permitido improvisar una labor que debe ir dirigida desde las altas instancias. Finalmente, toda la política nacional, e incluso la internacional, se están convirtiendo a la “política del tomate”, toda la oposición política consiste en descubrir dónde hay tomate para sacar a la luz un escándalo que eche por tierra la imagen de un partido para expulsarlo del gobierno. Paradigma de ésta puede ser la actuación de los republicanos durante el gobierno Bill Clinton. Un gobierno lleno de luces y sombras en la mayor potencia mundial que se derrumbó por unas intimidades del lascivo presidente. En esas estamos.
No podemos decir más de este partido porque, en conclusión, se trata de un partido desaparecido de Badajoz, existe en Extremadura y por eso se deja ver por aquí de cuando en cuando pero no existe en Badajoz como tal. Descanse en paz.
Concluida la transición, el triunfo de Felipe González llevó al poder a una turba inmensa de militantes socialistas que tuvieron a su disposición todos los estamentos del poder y que pudieron ocupar un enorme número de cargos en distintas administraciones del Estado, tanto central, autonómico como local. Al contrario que los comunistas, el PSOE, sin la disciplina de estos y sin un apoyo internacional como el que el estalinismo brindó “al partido”, apenas tuvo influencia alguna en el final del franquismo. Lentamente empezaba a reconstruirse cuando se topó con el poder y la posibilidad que hemos mencionado de ocupar un número elevado de cargos bien remunerados. Esto atrajo a nuevos militantes de forma masiva. Personas sin ningún tipo de interés político pasaron a afiliarse y a ocupar de inmediato cargos que les daban un estatus superior al que podían tener en su vida privada y que además les abría las puertas para hacer negocios a expensas de la enorme influencia con que contaba el partido. Sólo algunos militantes bienintencionados, fundamentalmente socialistas del sindicato UGT, quedaron al margen de ese proceso, viendo como sus compañeros se alzaban con el país mientras ellos tenían aún que arroparlos y darles una base popular que no se merecían. Se crearon las bases para una corrupción política inmensa, de carácter generalizado.
Los gobiernos municipales socialistas tuvieron aquí dos caras. Una cara buena estuvo constituida por una voluntad inmensa de Manuel Rojas de hacer de Badajoz la mejor ciudad posible, poniendo para ello en circulación enormes cantidades de dinero que dieron sus frutos en numerosas infraestructuras, una cierta modernización de la ciudad y la asunción de numerosas esperanzas que dinamizaron la vida ciudadana durante los años ochenta. La cara mala estuvo constituida por un voluntarismo torpe que llevaba a propuestas como la de hacer un planetario en el fuerte de San Cristóbal y conectarlo con la Alcazaba mediante un teleférico que llevara a miles de turistas del Fuerte a la Alcazaba y de la Alcazaba al Fuerte. La cara mala fue un elevado déficit fiscal que desde Mérida se denunciaba un día sí y otro también, (que creó esa estúpida leyenda de una Mérida dispuesta a acabar con Badajoz), y que fue el final del periodo Rojas y la antesala de la caída socialista en Badajoz. La cara mala, finalmente, era que a la sombra de esas políticas, había un grupo de personas que tenían más de banda de salteadores que de políticos decentes.
En la ciudad, la acción opositora de Miguel Celdrán y Nicasio Monterde disponía de una prensa local en manos eclesiásticas que se hacía eco de cuanto sucedía en la destartalada casa socialista y amplificaba las críticas populares. Por otra parte, el electorado de la ciudad no se ha caracterizado por su iniciativa, sino por seguir los pasos de las modas políticas nacionales. De manera que fue de UCD en los primeros años de la transición, pasó al PSOE a partir de los primeros triunfos de González y fue del P.P. al tiempo que Aznar alcanzaba el gobierno en Madrid.
Ante el miedo a un nuevo Manuel Rojas, un político de fuerte personalidad y antes comprometido con su ciudad que con su partido, el PSOE fue disponiendo una serie de candidatos de perfil bajo que una tras otra fueron perdiendo todas las elecciones locales. Gran número de votantes de izquierda se quedaron en casa al tiempo que la derecha se iba haciendo con una ciudad que no había sido suya desde la muerte de Franco. El auge de los Carnavales fue sustituido por el de la Semana Santa, Doña Cuaresma se impuso a Don Carnal y las alegrías de Manuel Rojas dieron paso a una tristeza profunda que sumió la ciudad en una niebla extraña de la que no es capaz de salir.
Nada más se puede decir de los socialistas pacenses. Si la coalición de Izquierda Unida se ha destacado por una acción claramente populista y demagógica, haciendo altavoz de sus opiniones por el recurso al escándalo, los socialistas apenas han abierto la boca desde aquel día de 1995 y cuando lo han hecho tímidamente se la han cerrado sacándoles a relucir los múltiples escándalos habidos y, en especial, el caso Matías Ramos. Además, la oposición realizada no puede ser más pobre. Si uno ve la página en la red del PSOE de Badajoz puede llegar a pensar que ésta es una ciudad modélica. Los asuntos que toman para su labor opositora no dejan de ser meros matices criticables que no sacan a la luz los múltiples problemas que vive la ciudad. Esto deja la impresión de que si ellos gobernaran harían lo mismo que están haciendo los populares y eso es lo que hace que la gente de izquierda se quede en casa y no vaya a votar. Claro que, por otro lado, hacer oposición cuesta mucho trabajo y da pocas satisfacciones. Quién va a perder el tiempo analizando los documentos municipales. Quién va a perder su tiempo en una acción política sin la contrapartida de tener poder e influencias. Además, los militantes en los partidos están sujetos a la disciplina y no les es permitido improvisar una labor que debe ir dirigida desde las altas instancias. Finalmente, toda la política nacional, e incluso la internacional, se están convirtiendo a la “política del tomate”, toda la oposición política consiste en descubrir dónde hay tomate para sacar a la luz un escándalo que eche por tierra la imagen de un partido para expulsarlo del gobierno. Paradigma de ésta puede ser la actuación de los republicanos durante el gobierno Bill Clinton. Un gobierno lleno de luces y sombras en la mayor potencia mundial que se derrumbó por unas intimidades del lascivo presidente. En esas estamos.
No podemos decir más de este partido porque, en conclusión, se trata de un partido desaparecido de Badajoz, existe en Extremadura y por eso se deja ver por aquí de cuando en cuando pero no existe en Badajoz como tal. Descanse en paz.
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