miércoles, 31 de marzo de 2010

Demasiado modernos.


Han tardado tres años los miembros de la Comisión Provincial de Bellas Artes en decidir acceder a que se amplíe el Museo de Bellas Artes. Aún así han votado en contra un funcionario, el representante de la asociación Amigos de Badajoz y el del Colegio de Aparejadores, porque a los tres les ha parecido un proyecto demasiado moderno.
Deben de ser los mismos los que hablan de demasiado moderno y los que hablan de demasiada libertad. Ciertas cosas son lo que son y no pueden ser demasiado porque no son graduales. No hay demasiada libertad, hay libertad o no la hay. Otra cosa es que haya delincuencia, mala educación o falta de respeto al prójimo, pero libertad o la hay o no la hay. Lo mismo pasa con la construcción moderna. Lo que hoy se construye es moderno porque es de ahora. Lo antiguo era lo que construía mi abuelo. Dice la Real Academia que moderno es:

1. adj. Perteneciente o relativo al tiempo de quien habla o a una época reciente.

En este sentido es en el que, digo, que no hay graduaciones. Lo moderno es lo que es. Claro que estos valientes defensores de la estética se refieren al segundo significado de la palabra:

2. adj. Que en cualquier tiempo se ha considerado contrapuesto a lo clásico.

A eso se refieren, a que no es clásico.
Quién ha dicho que lo que ahora se construye tiene que ser clásico. Por qué cuando los Amigos de Badajoz se compran un transistor o un i-pod no se compran una radio como la que tenía su abuela para oír los seriales de “Matilde, Perico y Periquín”. Porque viven en casas con ascensor y televisión digital TDT. Por qué no se calientan con braseros de picón. ¿Es porque son demasiado modernos?. No, no se puede ser demasiado moderno, se es moderno o se es del Pleistoceno.
Sin embargo hay una tercera acepción de la palabra moderno que nos da la R.A.E., que es la siguiente:

3. adj. p. us. Dicho de una persona: Que lleva poco tiempo ejerciendo un empleo.

Lo sorprendente de esto, (lo paradójico), es que los Amigos de Badajoz sí estarían incluidos en esta definición de modernos, como gente que lleva poco tiempo ejerciendo el empleo de conservacionista. Además, es asombroso que esta acepción sí sea gradual por lo que, ahora sí, podríamos decir que los miembros de la asociación son demasiado modernos, es decir, demasiado inexpertos a la hora de adoptar conclusiones sobre cosas estéticas.

Peor es lo del Colegio de Aparejadores, porque de estos no se puede decir que lleven poco tiempo, es un colegio antiguo. En este caso no se trata de modernidad sino de ignorancia y la ignorancia si tiene graduación, se puede ser un poco ignorante o demasiado ignorante, que es el caso que nos ocupa.

miércoles, 17 de marzo de 2010

La leyenda de la ciudad sin nombre.


Badajoz me recuerda últimamente una película de mis años mozos: La leyenda de la ciudad sin nombre. Cuando la vi de joven me pareció una buena película y además divertida, con el paso del tiempo ha envejecido mal, (como esta ciudad).
En aquella película, protagonizada por Lee Marvin, Clint Eastwood y Jean Seberg, se construía una ciudad que se basaba exclusivamente en la ambición que, en aquella época, residía en la fiebre del oro. Pero lo mismo que la ambición la había construido, con el paso del tiempo, la misma ambición la destruía. La película termina con toda la ciudad hundiéndose a los pies de los perplejos vecinos. Es como una metáfora. Una ciudad construida sin parques, sin hospitales, sin iglesias, tan solo cabañas de madera y burdeles es un sueño para neoconservadores, la antítesis de una ciudad europea, con sus bulevares, sus grandes parques y sus espacios para la cultura.
Badajoz es algo parecido a eso, también es un sueño “neocon”, (sin bulevares, sin grandes parques y sin espacios para la cultura), y por lo que estamos viendo ha empezado a hundirse. ¿Nos tragará a todos en su imparable bajada a los infiernos?


P.D. El socavón no ha sido producido por las lluvias, como dijo ayer el telediario de TVE, sino por los reventones en las tuberías de agua.



miércoles, 10 de marzo de 2010

Cosas de la lluvia.

Antiguamente, se hacían en la ciudad campañas de asfaltado todos los años. Sí, todos los años. Los mayores lo recordamos aún. Las calles más transitadas se renovaban casi cada temporada. Desde que tenemos este Ayuntamiento absentista no recuerdo ver asfaltar hasta que no ha llegado el Plan E de Zapatero: ¡la que está liando este Zapatero!.
Pero teniendo amigos no hay problemas. El periódico Hoy sale a echar una mano a la Corporación y explica lo que está pasando: todo es cosa de las lluvias. Nadie tiene la culpa de estas cosas y siempre que ha llovido ha escampado, al menos hasta donde sabemos.
A lo mejor nos cuesta más pagar indemnizaciones que haber ido asfaltando las calles poco a poco, durante estos dieciséis años.

El abandono del Casco Antiguo.

Con las últimas lluvias la situación en el casco antiguo es preocupante. Todas esas casas abandonadas se están mojando sin que nadie vigile cuál es su estado de conservación y, en cualquier momento, puede producirse el hundimiento de alguna de ellas. Muchos de los muros de estas casas son de tapial. Los muros construidos con tapia, (a base de barro apisonado y con bordes de ladrillo en los huecos y puntos significativos), han resistido durante años pero pueden venirse abajo por alguna de las siguientes razones:
- Porque se modifica el estado de carga del edificio. Es lo que sucede cuando se hacen obras sin control que arruinan la casa.
- Porque el muro recibe agua en abundancia, lo que modifica la consistencia del material hasta que la tapia se revienta literalmente y ocasiona el hundimiento.
En otras ciudades las viviendas pasan una inspección técnica similar a la que pasan los vehículos. Aquí no sólo no la pasan sino que además a nadie le preocupa.
Deseamos sinceramente que cuando se produzcan los inevitables hundimientos en edificios no afecten a personas.

domingo, 7 de marzo de 2010

Hundimiento en la muralla


En la imagen podemos ver la crónica de una muerte anunciada. En la foto que hemos tomado el pasado domingo podemos ver la conjunción de una naturaleza fuera de sus cauces habituales con la desidia humana. El muro, cuya antigüedad desconocemos pero que, en cualquier caso, suponemos forma parte del sistema defensivo anejo a la muralla de Badajoz, se ha derrumbado parcialmente en estos días debido a dos causas: las abundantes lluvias y la construcción de un transformador en sus inmediaciones. El peso de ese transformador está gravitando sobre el muro en cuestión que no se construyó para soportar esa construcción y que finalmente ha cedido. Con las abundantes lluvias que estamos padeciendo desde el mes de diciembre, los terrenos de nuestra región han llegado a saturarse de agua. Las arcillas, que forman parte fundamental de la mayoría de estos suelos, tienen la propiedad de que cuando están secas forman un material muy firme, pero cuando se saturan de agua se vuelven muy moldeables, porque pierden la cohesión interna de sus partículas, (por eso se han venido utilizando desde la antigüedad para moldear cerámicas, pues además, una vez cocidas se vuelven duras permanentemente). Las lluvias tan intensas que venimos padeciendo han convertido los terrenos en poco consistentes y por eso estamos observando atónitos cómo muchos árboles han sido tumbados por el vendaval al unirse a esta situación unos vientos huracanados.
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Estamos seguros de que no se va a exigir responsabilidades a Endesa por tener ahí ese transformador. La Corporación Municipal ni está ni se la espera, las asociaciones cívicas, como “Amigos de Badajoz” están muy ocupados en mantener los diseños vetustos en la ciudad y el resto de ciudadanos están en El Corte Inglés, que para eso estamos a primeros de mes.
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Continuará, (por desgracia).